Puente medieval, Tornavacas |
Seguro que han visto de llover los hermosos puentes que atraviesan el río Jerte y las gargantas de Tornavacas. En esos otoños e inviernos tan lluviosos que relatan los mayores cuando el agua embravecida tocaba las barbas del puente o se llevaba los pontones a “los infiernos”.
Paso imprescindible de ganado y arrieros, tanto en la
vida cotidiana de la gente del pueblo, como en las rutas del estraperlo hacia
la Vera o Castilla. Típico lugar de carabas vecinales, escuchando los zumbidos
de las piedras en las crecidas: “el año pasado creció más el río, subió el agua
hasta aquella piedra”.
Momento de inspiración para los mozos en las rondeñas:
“Paso río paso puente, siempre te encuentro lavando;
¡Ay qué pena de carita!, que el agua se está llevando”.
“Paso río paso puente, siempre te encuentro lavando;
¡Ay qué pena de carita!, que el agua se está llevando”.
Después de tantos episodios vividos en su piel, ahí
siguen como testigos mudos fieles a su servicio y rutina, permitiéndonos pasar
desde ésta hasta la otra orilla.
Pontón en la Garganta de San Martín, Tornavacas |