A pesar de los estudios, de teorías “ verdaderas”, de hipótesis una y mil, despues de tanto auto engaño, no hemos desaparecido todavía. Resulta curioso que en función del interés de quien lo emite, se vea de una u otra perspectiva la irreal noticia.
Los distintos argumentos usados por el hombre con el único fin de tranquilizar al ignorante ciudadano, se van agotando. Tiempo hace ya que hay
síntomas preocupantes, que hay voces que lo reivindican, que a esos cuantos a los que nos importa nuestra casa, tenemos especial preocupación por lo que sucede. En una vida tan corta como la del hombre no se pueden apreciar cambios planetarios tan drásticos, y mucho menos si se perciben en menos de dos décadas, como me ha demostrado mi vecino manantial.
Es muy dificil luchar contra el afán capitalista-devorador de gran parte de la población, resulta tarea dificil y costosa, es como la hormiga contra el elefante, pero cuando al elefante se la acaban los recursos, denota nerviosismo, y camina hacia otros territorios con la misma intención devastadora con la que trató a los anteriores.
Poco importa que la nieve se derrita, hay petroleo debajo, o sea , que no es tan grave, mucho menos que nuestros pulmones desaparezcan, tengo dinero para lo que haga falta, y de la interminable sequía no digamos, ya hemos inventado una nueva lluvia, aunque un poco más ácida.
¿Qué veremos en pocos años? Las especies trasladándose hacia lugares más frescos y más altos, y no sólo las animales, pero ¿ y las que ya viven allí? ¿Y nosotros, viviremos en la cumbre? ¿o ya hemos tocado techo? La respuesta es una incognita, la naturaleza no improvisa, todo tiene su porqué, estaba todo planificado para una continua y perfecta armonía, y es cuestión de poco tiempo. La
catástrofe se avecina y es posible que no todos estemos en la cumbre.