domingo, 24 de julio de 2011

El Sestil

Cuando la vida llevaba su curso y retumbaban los campanillos por San Juan, todo se revolucionaba por momentos. Los niños correteábamos como locos escapando de la bravura de las reses en la calle, y las madres con la escoba en la mano preparadas para usarla. La nieve deslumbraba en el circo de la sierra, los carabones  explotaban compitiendo con otras flores por la belleza, la manzanilla comenzaba a despertar una vez destapada  por la nieve, y los cabreros escobaban el chozo y quitaban las telarañas.
Todos los días se acudía al sestil, aunque fuera en la montaña, el calor no perdonaba y el ganado lo sentía. A la sombra de un aliso en el fresco de un arroyo, o en el asiento de un collao en el “mosquil” de los robles, se tumbaba la piara y casi enmudecía, no se movía nada, apenas la brisa serrana que más que refrescar, calentaba.

pastoreo en el valle del jerte
Cabra verata sesteando, Tornavacas

Pero ya no existe todo esto y sin embargo el sestil sigue existiendo, ha cambiado la forma de la vida y el letargo… perdura.
Me acosté en el sestil y quedé profundamente dormido, comencé a soñar, casi todo era bonito, pero fue una siesta larga, y no reparé en el tiempo. Al volver a la rutina ya no era lo mismo. Observé cómo había pasado el tiempo y ¿no lo había vivido?
El sonido de la infancia había desaparecido, el aroma de la sierra parecía desvanecido, ¡no se escuchaban piquetes!, ¡no se escuchaban bramidos! El “dueño de la palabra “se fue  peinando los vientos y los chozos aguardaron otro año la llegada de  cabreros.
Después de la pesadilla llegó la reflexión, no se puede parar el tiempo, no se puede cambiar la vida, hay que aceptar esos cambios, hay que mirar hacia arriba. 


pastoreo en el valle del jerte
Granito en el Tejaillo, Tornavacas

…pasado ya “el Portezuelo”, casi en el morro ”majá Reina” las piernas se derrumbaron, y paré a descansar, allí había una perdiz con nueve pequeños polluelos, que asustados ante mí, se quedaron indefensos. Eso te da las fuerzas para seguir mirando hacia arriba y beber en la fuente los Perros antes de coronar la cima.


8 comentarios:

El tejón dijo...

Preciosa entrada, bonitos recuerdos. Siempre hay que mirar para alante aunque nos apesadumbren los recuerdos.
Salud.

chalecú dijo...

Cierto es que la mirada debe ir al frente, aunque se añora lo vivido y a la memoria le sumerge en el recuerdo de la infancia.

Muchas gracias Tejón.

Un saludo

Anónimo dijo...

[...] Con el recuerdo vago de las cosas
que embellecen el tiempo y la distancia,
retornan a las almas cariñosas,
cual bandadas de blancas mariposas,
los plácidos recuerdos de la infancia. [...]

(Jose Asuncion Silva, INFANCIA)

chalecú dijo...

Aunque sea vago ese recuerdo, aunque sea bello ese pobre tiempo, el corazón explota de alegría, la mirada se humedece y evapora, la nostalgia se apodera del momento, y nos deja como nubes en el tiempo.

Muchas gracias por tu comentario.

Un saludo.

Luisa dijo...

Qué bonito, Chalecú, qué bonito!!!!!. Dicen que uno no puedo vivir de sus recuerdos, pero es necesario hacer que los recuerdos vivan en uno. Dicen que es como cuando lees un libro, cada vez que lo haces lees una historia, vives una historia más, ... cada historia va viviendo en el lector, cuántos más libros mas historias vivas y vividas, más vida en la historia de uno. Los recuerdos no tienen que dejar de ser, tienen que seguir en nosotros para sentirnos despiertos y ellos también.
Un abrazo chalecú, echaba de menos tus entradas :)

chalecú dijo...

El recuerdo es un enigma, se presenta si avisar y nos hace sentir especiales, nos conmueve cuando observamos algo, lo tocamos u olemos, el cerebro se ilusiona y comienza a recordar todos los momentos que vivimos en otro tiempo. Es bonito, nada más, como tú bien dices Vera.

Muchas gracias por tu comentario.

PD:Es normal que eches de menos mis entradas... Me acoste en el sestil...

Un saludo.

Anónimo dijo...

Entrada muy lírica.Bonito texto. ¿ Qué es el sestil? Pilar Lucas

chalecú dijo...

El sestil es el lugar donde sestea el ganado en el verano en la sierra, es decir, el sitio donde se echan la siesta tanto las cabras, vacas u ovejas como quien las cuida. Mejor dicho, quien las cuidaba, puesto que todo eso ha desaparecido, de ahí el tema elegido para esta entrada. Muchas gracias Pilar por tu comentario.