Hay una palabra, todavía tuya,
que amaste sobre otras sagradas palabras,
la palabra más difícil de pronunciar
ante uno mismo y los otros: el perdón.
Del más noble sentimiento humano
creaste la imagen de tu Dios:
sólo ama el que perdona.
De aquí nace la esperanza
en el himno que nos salva a todos:
" espera, y espera que el cielo sea por siempre
tu mansión ".
Una imagen, un árbol, una palabra,
definen las raíces: espacio invisible
de un amor que nos protege en todas partes.
Perenne ofrenda del acebo,
florida alegría de la albahaca,
el río límpio del alma en el cuerpo
que brama la inocencia del macho cabrío
engalanado con flores y estrellas del deseo
en el canto primitivo.
Quién vive en un barranco
tiene que mirar siempre a lo alto.
La Cruz es el árbol más esbelto
de la colina más elevada del pueblo.
El tornavaqueño sabe que nadie vuela solo,
que la soledad es el frío vacío
del que no tiene un nombre que con amor
suene en otros labios.
Soñadores buscando la verdad
de un alto vuelo,
locos pájaros prisioneros
de fuegos y de oráculos borrachos.
Mujeres sin sombra
que remiendan los corazones solitarios
de los mudos bardos.
un alma que vuela hacia el fondo
perdiéndose... encontrándose...
en el sagrado sitio de la tormenta
donde nadie escapa de sí mismo.
En el esplendor de la memoria
el legendario paraíso soñado:
" Villa flor de la Cadena. "
Hermoso nombre para un sueño
de relámpagos en la noche de los tiempos.
Quién sueña la eternidad
vivirá por siempre.
En la lluvia de otoño bajo los castaños,
en la lluvia de pétalos blancos bajo los cerezos,
en el silencio puro de la nieve...
y en el viento,
porque el amor de esta tierra
nos peina con el viento.
Antonio Sánchez Núñez.
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