Al final venció la
Serpiente y
como era de esperar sucedió la catástrofe. Hace ya algunos años
que se veía venir, aunque la misericordia de las nubes disimulaba la insaciable
sed del hombre.
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Tornavacas, Garganta de San Martín seca en verano |
Cada verano las gargantas del Valle del Jerte, y estas en concreto
de Tornavacas, ven como se diezma su caudal, languidecen sus
truchas y mueren
sus riberas. Algunas reliquias botánicas como el durillo (
Viburnum tinus), han perecido en las cancheras
muertos de sed. La nueva especie en forma de
serpiente negra introducida por el
hombre hace ya bastantes años, ha acabado por ganar la batalla y quizás la
guerra. Las innumerables gomas kilométricas esparcidas por los cauces de
nuestras bellísimas gargantas y ríos de montaña a lo largo de todo el Valle del
Jerte, ha propiciado que se sequen por completo durante la
época estival, dando
lástima al contemplar tan terrible escena.
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Tornavacas, Garganta de San Martín con gomas instaladas |
El usurpador y ladrón de agua, ese
que cree que todo es suyo, aún no es consciente de la barbarie cometida. La
pérdida de biodiversidad, la lenta muerte de los bosques galería y el daño al
ecosistema fluvial, con todo lo que ello conlleva, traerá terribles consecuencias
que afectarán al campo. También a los cerezos, esa “mina” que como todas
acabará por agotarse, si no se la deja un tiempo de recuperación o regeneración.
La pésima gestión del agua, unida a la dejadez por parte de la administración,
está dejando un rastro de muerte y sequía a su paso. La cada vez más ausencia
de precipitaciones, o la acumulación de estas en forma de trombas o tormentas,
traerá mayores desastres naturales que se agudizarán por la falta de vegetación
ribereña y la desertificación provocada por el hombre.
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Tornavacas, Garganta de Becedas con gomas instaladas |
Antiguamente los caños servían para regar tanto las fincas
de cerezos del Valle del Jerte, como las barreras y parajes por los que discurrían,
sin olvidar los prados (casi todos desaparecidos), que “escupían” agua por
doquier. Todo este sistema de riego además de humedecer el entorno y surtir
fuentes y arroyos, generaba frescura y la vegetación lo agradecía.
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Tornavacas, Garganta de Becedas casi seca |
Es cierto que todo ha cambiado: el modelo de vida, la
agricultura, la forma de cultivar los cerezos en el Valle del Jerte, y la propia filosofía y
costumbres de la gente, pero la Naturaleza es sabia, y tiene memoria. Más
pronto que tarde nos demostrará nuestro error y deberemos rectificar, volver a
construir y hacer una buena y correcta gestión del
agua, ese bien tan escaso, que
nos permita seguir ocupando esta tierra sin la necesidad de esquilmarla.
2 comentarios:
Tremendo relato,amigo, aumenta mi desánimo. Quisiera pensar que aún estamos a tiempo de parar tanto desastre pero dificil lo veo cuando priman sobre todo los demás, intereses mezquinos, ciegos que no ven más allá de la palma de su mano.
Un saludo.
Es un verdadero desastre y una auténtica catástrofe. Sin agua no hay vida y sin vida, no hay nada. Esto nos demuestra que la escasez y limitaciones que tuvieron las generaciones pasadas les llevaba a agudizar su ingenio y a realizar un aprovechamiento más sostenible de los recursos naturales, pues sabían que se podían agotar. Creo que aún estamos a tiempo, aunque el daño causado a la Naturaleza traerá graves consecuencias.
Muchas gracias Tejón, por tu aportación.
Un saludo
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