Sierra de Tornavacas |
¡Cuántas gentes pasearon por tus pies! ¡Cuántas lluvias te han mojado! ¡Cuántas siestas has vivido de cabreros y el ganado! ¡Cuántas veces habrás visto la corriente fuera de su sitio! ¿Qué dirían los pobladores de aquel tiempo? ¿Se fijarían en tan bello monumento? Qué más daba aquella piedra, sólo ocupaba un trozo más de hierba.
Como quiera que haya sido, son preguntas sin respuesta, lo verdaderamente cierto es que ahí sigues resistiendo los envites caprichosos de este clima de bonanza. Seguro que los hielos que te dieron esa forma volverán algún día a visitarte, y observarán esa piedra milenaria, ese canchal en todo lo alto, y a buen seguro te arrastrarán a otro pedestal de encanto.
6 comentarios:
Si las piedras hablasen ...
Esos divinos canchales, cuántos de ellos compartiendo con nosotros este devenir por la naturaleza. Sin ellos ... no me lo imagino!. Sabemos que están ahí y cuando cerramos los ojos son los primeros que aparecen en nuestro ensueño. Quien los puso ahí, nos regaló muchos años de felicidad maravillosa.
Gracias Chalecú, ahora tú los has puesto delante de mi vista.
Esos divinos canchales son monumentos silenciosos, que se mantienen ahí como dejando pasar el tiempo, sin moverse, pero que atesoran un enorme valor, y sobre todo mucha historia escrita en su piel.
Gracias Vera.
Me encantó esta entrada Chalecú, tu si que sabes pasar y mirar y enseñar.
Un abrazo.
Es muy importante enseñar los encantos y conocimientos, para que no queden en el olvido, para que sigan escribiéndose páginas en la historia, para que las generaciones venideras sepan de dónde proceden y sobre todo aprendan a respetarlo y valorarlo como merece.
Gracias Tejón.
Un saludo.
Al subir hacia la Garganta de las monjas, en Cabezuela siempre ha habido unas piedras acopladas de la misma forma que las que muestras en la fotografía. Tenían un gran poder para mí, eran, son grandiosas!. Había, hay algunas que forman pequeñas cuevas en las que uno se imagina su propia historia bajo su cobijo y era maravilloso.
Un abrazo Chalecú
Las piedras tienen su propio lenguaje, sólo hay que saber interpretarlo y entenderlo.
Gracias Vera,
Un saludo.
Publicar un comentario