
Tornavacas, macho cabrío con albahacas

Servicio Militar, Ceuta 10 de Julio de 1952

Tornavacas, Martín Sevilla Lucas - 1931 aprox.

Tornavacas, quintos en 1960 - 1961

Tornavacas, quintos con el macho
Entrar en quinta era sinónimo de madurez para los mozos. Llegar a la mayoría de edad representaba en muchas ocasiones salir por primera vez de casa, es decir, del cobijo de los padres. Dado que aguardaba un periodo largo y obligatorio de a veces hasta tres años de servicio militar, esta tradición se celebraba con mucho fervor y entusiasmo por los antiguos mozos del pueblo. El pase de la gorra de la quinta anterior a la siguiente suponía el punto de partida de ese año tan marcado y especial. Ese traspaso se realizaba el día de la víspera de la Virgen de agosto, y se hacía un ponche que siempre pagaba la quinta entrante y se bebía y disfrutaba entre las dos quintas por igual. La amistad siempre estaba entremezclada entre personas de distintas quintas, por lo que la fiesta se disfrutaba en común. Durante algunos años también se celebró en Tornavacas un partido de fútbol entre las dos quintas, la saliente y la entrante, con una sana rivalidad en la que el resultado era lo menos importante, pues eran días de fiesta y armonía para todos.

Tornavacas, amigos paseando el macho - 1975 aprox.

Tornavacas, quintos paseando el macho 1979

Tornavacas, amigos paseando el macho, peso:136 kg -1983

Tornavacas, quintos paseando el macho - 1988

Tornavacas, quintos paseando el macho - 1981

Tornavacas, quintos paseando el macho - 1984
A partir de ahí, la quinta entrante del año era la protagonista en todas las fiestas del pueblo. Sobre todo en las del Cristo del Perdón en septiembre, algo que cada quinta ha vivido y disfrutado con gran pasión. Cuando el dinero lo permitía normalmente se hacían camisetas para todos los quintos con algún dibujo estampado y con la fecha del año en que se era quinto, además de alguna frase o reseña particular . Ese hecho de ser ya quinto otorgaba a los miembros de la quinta la autoridad moral para “cobrar el piso” a cualquier forastero que osara pedir salir a alguna moza del pueblo. Se acordaba un importe que el forastero tenía que entregar a los quintos del año, para poder salir con la muchacha en cuestión. Si se negaba a hacerlo, normalmente había discusiones y peleas que no siempre acababan bien.
Durante los carnavales se corrían los gallos, es decir, se atravesaba una soga en un camino de la cual se colgaban varios gallos boca abajo, y los quintos montados en caballos y al galope intentaban arrancar la cabeza del animal, como símbolo de virilidad. Esta costumbre hace muchos años que no se practica, debido al maltrato que sufrían los pobres gallos. También en las fiestas del carnaval todos los quintos revestidos y disfrazados con cualquier prenda o trapo salían por las calles del pueblo a pedir chorizos y huevos, los cuales transportaban en banastas encima de una burra. Todos estos manjares se degustaban en la peña o broma, con distintos amigos que también se unían al convite. A la comitiva carnavalesca la acompañaba siempre un buen ponche de vino de pitarra, además de algún transeúnte que siempre se unía a la fiesta. Mientras se iba pidiendo por la calle se cantaban rondeñas acordes a las fechas.

Tornavacas nevado inicio década 1970

Tornavacas, quintos pidiendo huevos y chorizos - 1990 - 1991
“Ya vienen los carnavales
La feria de las mujeres
Y a la que no salga novio
Que espere al año que viene”
“Qué es aquello que reluce
En lo alto los Sillares
Un nevazo que ha caído
Víspera los Carnavales”

Tornavacas, quintos paseando el macho - 1980 aprox.

Tornavacas, quintos de ronda por la calle - 1984

Tornavacas, quintos de ronda con el macho - 1982

Tornavacas, quintos de ronda con dos machos - 1985

Tornavacas, quintos de ronda con el macho - 1986 - 1987 aprox.

Tornavacas, quintos de ronda con el macho - 1985
Durante las fiestas del Cristo del Perdón en septiembre también se hacía la broma o peña. En la casa de alguno de los quintos o en alguna cochera alquilada para la ocasión se preparaba todo para pasar las fiestas patronales disfrutando de la algarabía y el jolgorio juvenil. Se buscaba entre las mujeres del pueblo una cocinera para que hiciera los distintos guisos para todos los quintos y arrimados. La caldereta de carne a la lumbre o en el butano estaba asegurada, además del picadillo hecho con carne de cabra cruda cortada en trozos muy fina y salpimentada y aderezada además con dos o tres guindillas. Siendo esta una comida muy típica durante las fiestas del Cristo del Perdón años atrás. A veces se compraba una cabra machorra a cualquiera de los cabreros del pueblo, se la mataba la víspera del Cristo y se iba comiendo a lo largo de las fiestas. El macho cabrío engalanado con cintas y globos que se paseaba por las calles del pueblo el segundo día de las fiestas, igualmente se sacrificaba, una vez terminada la ronda y se consumía durante el resto de los días de fiesta. Algunas quintas compraban incluso un choto o un novillo que además de soltar en la plaza Nueva para torearlo, se sacrificaba igualmente en el antiguo matadero de Tornavacas y se consumía a lo largo de las fiestas y ferias de san Mateo. La cocinera contratada al efecto se encargaba de realizar distintos guisos para ir degustando la carne. Eran días de fiesta y armonía que se vivían a pleno rendimiento. Con una ilusión y una felicidad que se contagiaba entre las distintas peñas que había en Tornavacas, y por entonces eran muchas. Los foráneos de otros pueblos cercanos que se acercaban a disfrutar de las fiestas del Cristo igualmente se integraban en cada una de las peñas y disfrutaban de las distintas viandas que se les ofrecían. Si algo caracteriza a Tornavacas es su hospitalidad y buena acogida a todo el que lo visita, y más aún si es en días festivos.
Antiguamente los propios quintos subían andando a los majales que había en la sierra en dónde estaban los cabreros para comprarles algún macho y pasearle durante las fiestas del Cristo y después comérselo. A la Corrombla de los quintos también se invitaba a las mujeres quintas de ese año, para que comieran juntos y disfrutaran igualmente de las fiestas. En general las mujeres siempre tenían una posición más pasiva durante las fiestas, pero se apuntaban y colaboraban en todo lo que fuera necesario.
Durante la ronda con el macho por la calle se iban cantando rondeñas acompañadas de una guitarra española que se compraba específicamente para la ocasión, una botella y un almirez. Las rondeñas estaban enfocadas a diversos temas, siendo el servicio militar uno de los más recurrentes .El hecho de tener que irse fuera del pueblo durante tanto tiempo a cumplir con el servicio militar y dejar aquí a la familia y en muchos casos a la novia, se reflejaba en dichos cantares:
“Aunque me lleven a Ceuta
A Melilla o a Larache
Ni han podido ni podrán,
De mi querer apartarte”
“Vele allí viene mi barco
Que le conozco en la vela
Y en el palomar me trae
Recuerdos de mi morena”
“Los quintos ya se los llevan
Los quintos somos nosotros
Y por eso las mocitas
Tienen los ojos llorosos”

Tornavacas, amigos de ronda con el macho - 1983

Tornavacas, quintos en la plaza Nueva - 1986 - 1987 aprox.

Tornavacas, quintos de ronda con el macho - 1993

Tornavacas, quintos de ronda con el macho - 2009

Tornavacas, quintos en la plaza Nueva - 2008
En la actualidad apenas quedan resquicios de todo esto. Lo que durante muchos años fue una bonita tradición en las fiestas de Tornavacas y parte de la esencia del pueblo, va quedando en el recuerdo de los más mayores y prácticamente en el olvido de la población más joven. La desaparición de la mili y el descenso demográfico, junto con la ausencia por completo de ganado en el pueblo ha ido modelando el carácter y la esencia de las fiestas en Tornavacas. El cambio en las aspiraciones de los jóvenes actuales fruto de tener una formación más amplia y extensa también ha provocado que poco a poco haya ido cambiando el concepto y la manera de interpretar la forma de festejarlo. Los distintos ciclos que se van produciendo en la sociedad modelan y ajustan las costumbres de los pueblos sin apenas darnos cuenta. El cambio social actual en el que estamos inmersos está provocando que muchas tradiciones y costumbres pasen a un segundo plano, y vayan desapareciendo del patrimonio tornavaqueño. Al menos, sirva este pequeño trabajo, para mantenerlo vivo en el recuerdo.